15 enero 2018

Oss

Y la historia empezó así: te habían dicho que no podrías enseñar, que el derecho a continuar correspondería al hermano mayor, como era la costumbre, que eras demasiado indisciplinado, demasiado apegado a lo moderno, que no respetabas las tradiciones, que no seguías una jerarquía ¡un rebelde! que no podría dar los valores que él mismo no tenía.
A mí me habían dicho que no podría aprender, que no me dejaba llevar, que preguntaba de más, que no podía pedir "porqués" a cada instante, que no tenía que preguntar sino que obedecer, que tenía poca fuerza y demasiada juventud, que era demasiado impulsiva y soñadora... y que la falta de confianza ciega a los demás me hacía una candidata horrible en este camino. Me habían dicho que no llegaría a ningún lado.
Éramos parias.
Cruzaste el mundo para buscar tu lugar y llegaste al bosque que me servía de refugio.
Y por fin encontré las respuestas: se alineaba la muñeca para evitar un daño en ti mismo y para cargar con la fuerza y el peso del cuerpo; la postura de piernas tenía su propósito en el equilibrio y en la protección de las rodillas; el cuerpo se mantenía en alerta pasiva, despierto... atento. Y tú podías enseñar sin reglas, sin grados, sin presiones...
Hace casi 30 años de eso... y ahora me dices que vienen tus hermanos y tu padre... Y no niego que tengo miedo, que tengo mucho que probar, mucho que ganar y también mucho que perder, pero pienso en esa niña y en ese joven, en su entusiasmo, en sus ganas, en sus tardes interminables practicando, en todas las lesiones, en derrotas y triunfos... y quiero dar esta pelea. Nos ganamos el derecho a intentar.
Oss.

Días después: Obtuve mi cuarto DAN. ¡Fiestaaaa, despeloteeee!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario