31 marzo 2017

Lecturas de marzo de 2017


Guía del autoestopista galáctico
Creo que hace 10 años, por lo menos, que llevo siguiendo este libro. No lo he pillado en Chile, pero por suerte existen los lectores electrónicos, así que, ya cansada de quedarme con las ganas, he buscado una edición decente (hay que ver la cantidad de cosas malas que se encuentran). Con algo de miedo, he de confesar, puesto que me pasa mucho el ilusionarme mucho con un libro y leerlo para terminar con una decepción, no porque el libro sea malo, sino porque si bien es bueno, esperaba que sea mejor.
No me extraña que sea un clásico y que tenga los fans que tiene, es un libro muy del estilo de su época, de esos que podemos ver en una película (de hecho, la tiene) una y otra vez. De hecho, esa realidad, o más bien la forma de describirla, me recuerda un poco a otro clásico: Farenheit.


Maestra
Tengo más de alguna amiga que gusta de este tipo de libros (o más bien: del tema con el que se promociona) y... uffff, sintiéndolo mucho, he de decir que me pareció insufrible. La sinopsis no tiene relación con lo que es en verdad y, la verdad es que preferiría olvidarlo apenas pueda. 

La hija pródiga
Hay quien dice que las segundas partes nunca fueron buenas... lamentablemente esta no es la excepción, si leyeron "Kane y Abel" y esperan encontrar algo igual de bueno... pues no, pero si lo que quieren es simplemente satisfacer su curiosidad y saber qué pasó luego el libro es genial.
Vemos a Florentina, a su familia, a cómo continuó el imperio de su padre y como ella heredó su misma determinación.
Es un libro que, apreciado sin comparar, es bastante bueno.

12 marzo 2017

Arquería

Entre las múltiples locuras que se le pueden ocurrir a mi hija está el tiro con arco. Todo empezó tomando unas varillas de volantín (mi vecino los hacía) y con ayuda de hilo y paciencia, logró un arco muy rudimentario. Con él en mano podía jugar (y los gatos fueron víctimas de esto), por suerte las varillas esas no tenían punta, ni el arco tenía tensión para hacer daño... el punto es que hace años pedía un arco para ella.
Pero ¿cómo se elige un arco? ¿lo quiere de madera? ¿de los que se desarman o son enteros? ¿recurvos? ¿con poleas? ¿con qué tensión se le compra un arco a una niña? ainsss... muchas preguntas al respecto. Después de pensarlo mucho decidí darle un regalo de cumpleaños por adelantado: clases de arquería y se le iluminó la cara.
Hay vamos... un fin de semana madrugando por ir a donde el diablo perdió el poncho, aún con las legañas en los ojos y ella poco menos que saltando en mi cama (como nunca, jamás le ha gustado despertar temprano) y ahí vamos, una micro, el metro... otra micro más, perdernos de camino, llegar al parque igual y ahí, ella derecha a ver los arcos y pillar uno.
Empieza su clase y yo buscando que hacer, leyendo mucho y mirándola a ratos, descubre que por su ojo dominante, deberá sostener como zurda y empiezan las dificultades. En eso, notamos que los conejos van por detrás de las dianas saltando, a este paso y con la puntería de todos, seguro termina más de algún conejo lesionado. Ainsss ¿en qué vine a meterla?

Luego de la clase, de comer algo y hacer tooodo el camino de vuelta (en serio, dos horas de viaje ¡dos horas!), lo único que quiero es mi cama, me duelen las piernas, la espalda... ¡todo! ¿y se supone que vamos todos los fines de semana? ainssss, terminaré muerta.